Charles John Huffam Dickens (Inglaterra, 7 de febrero de 1812- 9 de junio 1870). Escritor y novelista inglés, el más sobresaliente de la era victoriana. ¿Quién no ha leído, escuchado o visto las adaptaciones de sus historias?, en las que encontramos humor, ironía y critica social que aún se aplica en nuestros tiempos. Lo brillante de Charles Dickens no solo incluye relatar historias sorprendentes, también su hábil observación de las enfermedades con lo que logró describir enfermedades incluso antes de que fueran publicadas o conocidas en el ámbito medico. Incluso el British Medical Journal menciona en una editorial sobre su muerte:»los médicos podemos decir: qué útil sería para la medicina tener una persona así, con tal poder de observación y capacidad descriptiva, y que entregara estas habilidades al arte de la medicina”. Se sabe que gustaba leer de las publicaciones médicas realizadas en The Lancet, otra revista medica de Inglaterra con impacto internacional.
La descripción médica mas conocida en las obras de Dickens, se encuentra la que padecía el personaje Pickwick, en “Los Papeles Póstumos del Club de Pickwick” (1837), donde se describe claramente la apnea del sueño y la hipersomnia asociada, incluso se le denomino “Síndrome de Pickwick” en el ámbito médico. Menos conocidas son las descripciones que realizo de la parálisis supranuclear progresiva en “El ocioso viaje de dos aprendices holgazanes” (1857), la distonía y el síndrome de Gilles de la Tourrete en “La pequeña Dorris” (1855-1857).
Existen quienes aseguran que Charles Dickens padeció epilepsia durante su infancia, sin embargo este dato no ha sido corroborado, pero sus descripciones de la epilepsia en sus personajes eran muy precisa y no pasa desapercibida. En “La Casa Desolada” (1852-1853) describió el personaje Guster, quien cada noche presentaba convulsiones, a veces una tras otra sin recuperarse. Otros personajes con epilepsia en sus novelas son Monks, el villano de “Oliver Twist” (1837-1839), Anthony Chuzzlewit en “Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit” (1844) y Bradley Heastone en “Nuestro común amigo” (1865). En sus descripciones encontramos que reconocía diferentes tipos de crisis convulsivas, y que sabia que en algunos casos podrían ser fatales, ademas era notorio que la epilepsia era una enfermedad con cuidados inadecuados en su época y que representaba discriminación social a quien la padecía.